Un par de pendientes de perlas y diamantes se han convertido en uno de los objetos de deseo más importantes de la subasta que mañana celebra en Ginebra la casa Sotheby ‘s. No es por su precio, salen por 20.000 euros y se cree que alcanzarán los 30.000 (casi calderilla para las cifras que se mueven en estos eventos), sino por su procedencia.
Estos zarcillos pertenecieron a «la Chata», o lo que es lo mismo, la Infanta Isabel, hermana de Alfonso XII. En la descripción de la web podemos ver que el par de pendientes están compuestos de perlas naturales y diamantes, y confeccionados durante la segunda mitad del siglo XIX. «Cada corona está engastada con una perla natural en forma de botón, que sostiene un colgante desmontable engastado con una perla natural ligeramente barroca en forma de gota, rematada con diamantes talla rosa, con poste desmontable».
Todo esto está certificado y comprobado, por lo que podemos decir a ciencia cierta que esta pieza formaba parte del joyero de los Borbones. Sabemos que la Infanta Isabel (que falleció sin descendencia) se los dejó en herencia a su cuñada María Antonieta de Borbón-Dos Sicilias, tatarabuela de Felipe VI por parte de su abuela María de las Mercedes. María Antonieta tuvo doce hijos, así que a saber dónde terminaron estas joyas en particular con las que la Infanta Isabel había posado en varias ocasiones.
Para aclarar este lío genealógico real y ‘joyil’, decir que los pendientes en cuestión no pertenecieron nunca a las ‘joyas de pasar’. Y es que las joyas de pasar son solo las que Don Juan de Borbón heredó de su madre, la reina Victoria Eugenia. El término lo acuñó doña María de las Mercedes de Borbón, madre del Rey Juan Carlos y esposa de Don Juan. Estas joyas de pasar están compuestas, entre otras, por una tiara de Ansorena (la famosa de folor de lis), los ‘chatones’, la supuesta ‘perla peregrina’, dos pulseras exactas de brillantes que provienen de una pequeña corona de Cartier.